Quizá ya estés de vacaciones, lejos del estrés vinculado a la rutina laboral. Pero a veces, conseguir la desconexión no es tan fácil.
Seguro que has oído del burnout o síndrome del quemado, cansancio físico y emocional profundo que se relaciona con la esfera laboral.
Este fue reconocido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como enfermedad en 2019, y los expertos consideran que afecta al 10% de los trabajadores, manifestándose de una forma grave entre el 2 % y el 5 % de los casos.
CÓMO SE MANIFIESTA EL BURNOUT
En sus orígenes, se identificó especialmente en trabajadores que estaban de cara al público y con trato habitual con clientes, pero se puede dar en cualquier tipo de trabajo, especialmente cuando hay discrepancia entre las expectativas y la realidad de las tareas, o hay un exceso de tensión, altos niveles de responsabilidad o jornadas laborales muy extensas, entre otros. Es decir, este estrés y desgaste crónico aparece derivado fundamentalmente del entorno laboral y las condiciones de trabajo.
El burnout se manifiesta con diferentes síntomas, algunos de los cuales son:
- Agotamiento físico y mental: el trabajador sufre una pérdida de energía a nivel físico, que se manifiesta con fatiga crónica, aumento de peso, dolores musculares, migrañas… o a nivel mental con estrés, ansiedad, insomnio…
- Despersonalización y cinismo: el trabajador adopta una actitud de indiferencia, desapego y falta de compromiso con el trabajo, además de estar más irritable y con un trato más duro hacia los compañeros o clientes.
- Descenso en la productividad laboral y desmotivación: falta de atención hacia las tareas, olvidos, frustración, se le acumula el trabajo…en definitiva, no es capaz de rendir como antes.
CONSEJOS PARA EL AFRONTAR DEL BURNOUT
Para prevenir el síndrome de burnout, se debe intentar revertir la situación en la cual se encuentra el trabajador, identificando y modificando las condiciones laborales que lo han originado. Puede llegar a ser necesario reubicar el trabajador y requerir acompañamiento psicológico.
Si te encuentras en esta situación, a nivel personal, algunos de los consejos que pueden ayudarte pueden ser practicar técnicas de relajación que te ayuden a desconectar y calmar la mente, por ejemplo practicando mindfulness o el yoga.
De hecho, más allá, practicar algo de ejercicio te será un buen recurso para gestionar el estrés y ganar en bienestar contigo mismo. Combínalo siguiendo una dieta equilibrada, reduciendo al mínimo los carbohidratos, la cafeína y también el azúcar. Incrementa la ingesta de ácidos grasos omega-3, que encuentras en pescados como el salmón o en las anchoas, y también por ejemplo en las nueces.
Elimina hábitos nocivos como el tabaquismo, además de todas las demás consecuencias negativas, la nicotina es un estimulante y puede provocar mayores niveles de ansiedad.
También debes revisar tu forma de trabajar, ponerte límites y organizar tus tareas marcando prioridades, para no excederte y asumir más responsabilidades de las que puedes.
A nivel de la empresa, pueden ayudarte a reducir los factores estresantes modificando el ambiente, la función de tu puesto o el nivel de exigencia, para así mejorar tus condiciones laborales.
También es importante buscar apoyo, tanto a nivel laboral como personal, será reconfortante y una buena forma de ver las cosas desde otra perspectiva.
Y, por supuesto busca este apoyo entre profesionales sanitarios que podrán ayudarte a superar la situación de la mejor manera.